domingo, 8 de abril de 2018

Poema

Vida
Soy aquel niño que creció en la bonita sota,
con un aflauta y una raqueta de madera,
soy aquel niño que jugaba a la pelota 
y aquel que iba con su abuelo a la bolera. 

Ni una mala persona, ni un mal hijo he sido,
he sido dicharachero y algo graciosillo
aunque a alguien no lee guste, eso ha sucedido,
quiera o no la vida es dura como un ladrillo.

Algunas veces pienso, algunas veces vivo.
La vida pasa rápido sin darnos cuenta,
solo sé que da vueltas como un tiovivo,
pero jamás tenemos que ponerla en venta. 
                                                  Brian Conde.



jueves, 26 de octubre de 2017

Última Carta Trabajo de Franckestein



Paris, 10 de Abril de 2018:

Querido tío, le escribo este e-mail para comunicarle el resultado del concurso. Quedé segundo, injustamente a mi parecer, pero gracias a este concurso he avanzado mucho profesionalmente y me he dado cuenta lo mucho que quiero a mi familia, todos los días que estado fuera los he recordado con gran cariño, incluso a ti, que al estar más ocupado no he podido comunicarme tanto contigo. Pero por fin estoy aquí de nuevo, de vuelta a la vida cotidiana, trabajando en mi empresa y viendo crecer a mi querido hijo, que con lo rápido que lo hacen en cuatro días me pedirá un móvil para subir fotos a su Instagram.

A ver si me mandas tu pronto un e-mail que siempre me toca a mí, es broma, por eso ni te preocupes, cuídate.             
                                                                                        Un abrazo muy fuerte de tu familia de Francia

Narración 3 Trabajo de Franckestein



Cuando me levante por la mañana, me vestí y fui a desayunar como hacia siempre, ese día decidí desayunar fuerte para estar bien espabilado. Era el día del concurso y cogí del cuarto mi obra, la metí en mi coche alquilado y puse rumbo a New York.

Una vez en la puerta del pabellón donde tenía lugar la ceremonia, pulse el interruptor situado en la zona del trapecio y entre por la puerta con mi humanoide, los participantes se quedaron estupefactos.
Era el momento en el que los jurados dictaran el veredicto, hubo una pausa de 10 segundos y el señor Jack Daniel levanto su cartel que desempataría el empate entre Michael Burton y yo, sorprendentemente gano mi oponente, casualidad o no el único estadounidense, accionista de la empresa creadora del concurso, su robot era una simple aspiradora capaz de cocinar y limpiar sumergidamente las bacterias del agua.

Salí del pabellón solo y mal humorado, maldiciendo el día que me presente al concurso y el día que cree ese maldito robot incapaz de ganar el concurso. Más tarde en la tele vio que su robot había destruido el pabellón y había causado algún accidente no muy grave entre la gente ya que no había apagado el interruptor. El humanoide  deambuló sin rumbo por la ciudad, solo se hablaba ese día del robot y su creador, Elgran González, hasta que cayó la noche, y mientras recogía oyó un “toc toc”, era el robot que cuando abrió dijo –tú me has creado, pero yo soy tu amo-, pero lo que ni ese saco de hierro, ni nadie sabía era que había puesto una cuenta atrás que duraba una semana, y si el proyecto fue acabado el anterior sábado por la noche, era cuestión de minutos que el robot dejase de funcionar.

En ese momento el robot quedo estático en la puerta de su habitación.

Narracion 2 Trabajo de Franckestein



La noche anterior al concurso estaba nervioso y no podía dormir y decidió dar una vuelta por la pensión, en ese momento se encontró adolescente saliendo de una habitación con un bote de toseína y una botella de spride, que mezclado daba lugar a una droga muy de moda actualmente en los barrios más pobres de la ciudad, lo que me resulto extraño debido al nivel de la pensión en la cual me hospedaba. Me aburrí de deambular por la pensión como un espectro y me volví a la habitación. 

Una vez allí me tumbe en la cama y me puse a reflexionar en lo que  había hecho para acabar en esa cama, un día antes de saber mi resultado en un concurso tan importante. Me acorde de Goyo que era como le gustaba que le llamasen a mi tío cuando era joven, el me introdujo en este mundo, mejor dicho en mi mundo, el de la robótica. Yo fui un niño feliz, al que le gustaba estar en la pista de su barrio con sus amigos y al que le gustaba ir al colegio por el hecho de aprender cosas nuevas y estar con sus otros amigos con los que solo estaba ese momento del día, el colegio se situaba en el barrio de Chamberí, en Madrid.

A los 18 años entre en la universidad politécnica de Madrid para estudiar ingeniería mecánica. Cuando acabe la carrera conseguí trabajo en una empresa de electrodomésticos que ayudo a reunir unos cuantos ahorros para poder irme a vivir a Paris que es lo que quise desde que empecé a tener uso de razón.

Allí fui mejorando en mi gremio, y conocí en aquella empresa en la que acababa de empezar a la que iba a ser mi futura mujer, con la que iba a ser tan feliz e iba a tener un precioso hijo, ella era una joven francesa que trabajaba como asistenta y lo primero que me dijo que nunca se me olvidara fue –se le ha caído la cartera señor-. 

En aquel momento volví a la actualidad y caí rendido hasta la mañana siguiente.